A 10 años del accidente nuclear en Fukushima
Este 11 de marzo se cumplieron 10 años del terremoto y tsunami que derivó en el accidente en la central nuclear de Fukushima Daiichi en la costa nordeste de Japón.
Por Equipo de Preservar.
El protocolo de seguridad se activó automáticamente tras el terremoto de 9.1 en la escala de Richter y el reactor fue apagado, pero 41 minutos después, llegó el tsunami que azotó las instalaciones de seguridad, que demostraron no ser seguras, inundando el edificio donde se encontraban.
Al quedar la planta sin energía para los sistemas de enfriamiento, los núcleos del reactor comenzaron a recalentarse. Tras 72 horas de tratar de evitar la catástrofe que se venía por los equipos de seguridad, el combustible de uranio de 3 de los 6 reactores se derritió y las explosiones de hidrogeno hicieron agujeros en los techos de esos edificios, arrojando material radiactivo al medioambiente. En su afán de enfriar los reactores, los equipos de seguridad usaron agua de mar, lo que finalmente terminó con una gran contaminación de las aguas del Océano Pacífico.
Lo que siguió fue una pesadilla para el pueblo japonés que conoce los efectos de la radiación como ninguno otro en el mundo tras el bombardeo en la Segunda Guerra Mundial, por aviones estadounidenses, de las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. Las autoridades japonesas debieron evacuar a más de 100 mil personas en Fukushima y sus alrededores, así como cerrar los 48 reactores restantes con que contaba el país. Una catástrofe que dejó más de 18 mil víctimas fatales, 2500 personas desaparecidas y cerca de 6 mil con heridas graves.
Descontaminación nuclear
El trabajo de descontaminación comenzó a los meses del desastre con retiro de material radiactivo en más de 840 kilómetros cuadrados en 52 ciudades. Cuadrillas de trabajadores cavaron 5 centímetros del suelo en todas las superficies como campos de cultivo, parques y patios. El plan de descontaminación también incluyó limpiar tejados de casas y edificios, carreteras y caminos.
Sin embargo, el mayor desafío es desmantelar la planta de Fukushima. El gobierno japonés cree que este proceso puede tardar unos 30 a 40 años, donde el problema más complejo es qué hacer con el agua contaminada con radiación que se utiliza para enfriar los reactores, la que se recupera y guarda en grandes bidones. Se calcula que la cantidad acumulada desde el accidente es de 1,2 millones de metros cúbicos. El plan de gobierno de diluirme poco a poco en agua de mar ha causado que los pescadores de la región, así como grupos ecologistas y gobiernos de países como Corea del Sur o China, se opongan a esta medida de deshacerse de las aguas procedentes de la central nuclear lanzándolas al mar.
Lecciones tras Fukushima
Fukushima, a diferencia del accidente en la planta de Chernobyl en 1985 en la actual Ucrania, llevó a varios países a revisar su política sobre la energía nuclear. Alemania aceleró sus planes para eliminar el 2022 la energía nuclear de su territorio. Lo mismo están planeando hacer en los próximos años España, Suiza y Bélgica.
En tanto Japón, la autoridad reguladora de la energía nuclear tuvo que implementar tras el accidente estrictos protocolos de seguridad nuclear e introducir nuevas regulaciones a la industria, ya que el país, pese a todo, no ha renunciado a este tipo de energía y cree que desempeñará un importante papel en conseguir la meta de ser carbono neutral para 2050. Postura que contrasta con la opinión de sus ciudadanos, donde el 85 por ciento del público todavía está preocupado por la posibilidad de accidentes nucleares y el 35 por ciento apoya el reinicio de los reactores que estaban inactivos después del desastre.
Antes del desastre nuclear del 2011, el 30 % de la energía en Japón provenía de centrales nucleares, lo que contraste con el 6% que representa actualmente. Esto deja un amplio espacio para que la energía renovable marque la diferencia, con parque eólicos y plantas solares. Las empresas japonesas también lideran el mundo en tecnología de combustión de turbinas de hidrógeno, lo que convierte al elemento en un componente creciente de la cartera de energía limpia de Japón.